Bojidar Karageorgevitch, el príncipe obrero.




Veinte años después. Bojidar Karageorgevitch por Edmond de Pury e imagen de Marie Bashkirtseff. Fotomontaje.

    Bojidar Karageorgevitch, Božidar Karađorđević, fue el más próximo de los amigos de Marie Bashkirtseff, con quien tenía muchos puntos en común: ambos se inclinaron por el arte, fueron políglotas y escritores, una y otro incursionaron en el canto y en la música. Han sido, en pocas palabras, personalidades multifacéticas.

    Cuatro años menor que Marie, mucho tiempo después de que ella abandonara este mundo, Bojidar (pronúnciese Boyidar) se ganó el apelativo de Biyudar, bijou d'art modulado en francés, joya del arte, en honor a su excelencia como artesano y orfebre del Art nouveau. Bijou d'Art es, asimismo, el título de una biografía que sobre su figura escribiera Stevan Kosta Pavlowitch (Ed. L'Âge d'homme, Lausanne, 1978).

Bojidar Karageorgevitch, fotografía sin fecha.

    Las vueltas del destino lo llevaron a granjearse otros epítetos. El príncipe encantador, será uno de ellos, en épocas de esplendor, cuando su figura era asociada a aquel reino lejano cuyo trono su familia reclamaba.
    Más tarde, la dura realidad de la subsistencia le valdrá otro peculiar calificativo. Fue tal vez en las últimas etapas de su existencia —murió joven— cuando había reemplazado la literatura y el periodismo por la orfebrería para ganarse el sustento diario y afrontar las deudas de la familia.

    Le prince ouvrier, el príncipe obrero, le decían. Eso porque no pasaba desapercibida su rutina de trajinar, con un desaliñado y sucio blusón de artesano, los talleres del Boulevard du Temple y almorzar algún embutido que extraía de un papel encerado, tranquilamente sentado sobre un banco de la calle, aquellos días en que el restaurante donde concurrían sus camaradas era demasiado oneroso para su bolsillo.

Orfebrería de Bojidar Karageorgevitch.

   Porque Bojidar era también un príncipe, o al menos portaba el título. En las épocas de su amistad con Marie Bashkirtseff, su familia reclamaba el trono de Serbia, que había sido usurpado en 1815 por la dinastía Obrenovitch. Su padre, Georges, era el primogénito del primer monarca Karageorges. Casi un siglo más tarde, en 1903, tras el asesinato de Alejandro I, último de los Obrenovitch, los Karageorgevitch regresaron al poder, pero en la persona de Pedro I (foto), primo de Bojidar.

    Bojidar Karageorgevitch había nacido el 6 de enero de 1862 aunque el lugar exacto está en discusión. Bosiljka Jankovic, Босиљка Јанковић, (1915-1998, en la foto), de la Biblioteca de la Universidad de Belgrado, en una muy completa monografía dedicada a Bojidar  —que nos ha sido muy útil para este artículo— da por sentado que nació en París. Stevan Kosta Pavlowitch, en Bijou d'Art, afirma que vio la luz en Belgrado, la capital serbia. Otras fuentes citan que llegó al mundo en la austriaca Viena o en la rumana Bucarest. En realidad, para un políglota trotamundos como el personaje que hoy nos ocupa, estamos convencidos de que poca importancia seguramente tuvo el punto geográfico en que su madre lo trajo a esta tierra.

   Lo cierto es que Bojidar Karageorgevitch pasó su infancia en la rumana Bucarest, donde residía su abuelo materno. Su madre, Sarka, era hija de Misa Anastasievitch (Miša Anastasijević, 1803-1885, en la foto), potentado exportador de sal a quien llamaban el Rothschild del Danubio, socio comercial del Obrenovitch que había desplazado del poder a la familia de su suegro. 

«El padre de los Bojidar ha estado estúpido, lamentable y fue puesto en la calle. Se casó con esta mujer, nacida Anastacievitch, hija del millonario Anastacievitch, que conspiró contra los Karageorgevitch y que los hizo caer. En fin, nunca conoceré exactamente todas esas orientalidades...» (Lunes 17 de setiembre de 1883)

Bojidar Karageorgevitch, Mostar, Bosnia, Ca. 1890, acuarela.

    Parece ser que durante los primeros años en el exilio los Karageorgevitch vivieron al abrigo de la fortuna de Anastasievitch lo cual permitió que Bojidar recibiese una educación de excelencia. Abandonaron Rumania en 1868, pasaron por ciudades balnearias de Austria y de Suiza y a principios de 1869 llegaron a París, donde alquilaron una residencia. Un año más tarde, los violentos sucesos de la Comuna de París los impulsaron a radicarse en Niza.

    Marie Bashkirtseff coincidió con los Karageorgevitch en los balnearios termales de Spa, Bélgica, allá por 1874. Ella no había cumplido aún sus dieciséis años.

«Mamá y Dina regresaron tarde y nos contaron que fueron presentadas [...] a los dos pequeños príncipes Karageorgevitch, doce y trece años.» (Sábado 15 de agosto de 1874)

   El otro príncipe es Alexis, hermano mayor de Bojidar. Marie se equivoca en cuanto a su edad, el mayor de los Karageorgevitch había nacido el 10 de junio de 1859 y por ende en ese entonces ya había celebrado sus quince. Luego de la muerte de su padre en 1884 Alexis será, entre los Karageorgevitch, el heredero legítimo de la corona de Serbia, visto que descendía de la rama mayor de la familia (aunque alguna fuente lo cita como sobrino-nieto y no como nieto del primer Karageorges). En 1904, sin embargo, arribará al trono un miembro de una rama menor, Pedro I, como ya hemos dicho. La dinastía se mantendrá en el poder hasta la Segunda Guerra Mundial. En nuestros días, otro Karageorgevitch, Alejandro, nacido en 1945 (en la foto) aspira a ocupar el trono serbio en caso de una eventual restauración de la monarquía, que algunos observadores juzgan viable. En principio, ya le fueron devueltas todas sus posesiones.

    Pero regresemos a nuestro relato. Ya instalados en París, los Bashkirtseff se reencontrarán con los Karageorgevitch, que habían retornado a la ciudad en 1878, luego del congreso de Berlín —dicen las biografías— en el que el Imperio Otomano cedió la independencia a Serbia y a los otros principados balcánicos.

«A la salida, mamá se detuvo a hablar con la princesa Karageorges y con su hijo, a quienes encontramos en Niza y quienes parecen querer continuar la relación.» (Viernes 19 de abril de 1878)

    Marie habla con respeto de los Karageorgevitch que, en definitiva, eran una familia real en el exilio. El hijo no es Bojidar, que estudiaba su bachillerato en el Liceo Louis Le Grand, sino su hermano mayor, Alexis. 

Interior del Liceo Louis Le Grand, donde estudió Bojidar.

    Alexis, el hermano mayor de Bojidar Karageorgevitch será un asiduo visitante en casa de Marie Bashkirtseff, que no desaprovechará la oportunidad para coquetear con él. Ella tenía veintiún años, Alexis era un año menor.

«Teníamos un poco las cabezas en el aire. Me divertía burlarme del candor de ese muchacho y, cuando la presión [del gentío] se hacía demasiado fuerte, yo me estrechaba contra él, el pecho por delante, para que él tuviese ese mármol único en el mundo contra su brazo, aunque estaba de por medio el paño espeso… ¡los hombres son tan depravados!...» (Jueves 18 de diciembre de 1879)

    También Bojidar comenzará a frecuentar el hogar de los Bashkirtseff y experimentará por Marie una devota admiración que no se habrá de diluir con el paso de los años ni de las décadas. Marie Bashkirtseff tenía veintiún años, tres más que su joven admirador. Predispuesto para la fascinación, Bojidar Karageorgevitch será su amigo más servicial y de su fervor Marie no dudará en hacer uso y, a veces, abuso. Lectora impenitente, poseía una biblioteca de setecientos títulos:

 «...a la noche ordenamos los libros con Bojidar a quien me complazco en llamar imbécil, idiota, etc. Se lo ve muy contento por eso.» (Miércoles 16 de abril de 1879) «Bojidar bailó, en fin, un vals con Amélie (el esqueleto), recompensa que le debía por haber ordenado mis libros.» (Martes 10 de junio de 1879)

    Según nos lo da a entender Marie, Sarka, la madre de los muchachos había quedado algo trastornada luego de la muerte de una hija, nacida el mismo año que Bojidar.

«Me da la impresión de que esta buena princesa está loca. Ya Bojidar nos había dicho que tiene el cerebro de través desde la muerte de su hija. [...] Piensa que [los hermanos] son niñas. Creo haberles contado que los encierra durante la noche y que Bojidar, que tiene dieciocho o diecinueve años duerme en la habitación de ella. ¿No encuentran bastante cómico todo eso?» (Jueves 14 de agosto de 1879)

Fichas genealógicas de los tres hermanos Karageorgevitch, Alexis, Bojidar y Ne. Bojidar había nacido en enero mientras que Ne, la menor, lo hizo en noviembre de 1862. La niña murió a los seis años. Para el autor de esta genealogía Bojidar llegó al mundo en Bucarest.

   Tal vez a causa de esta peculiar forma de crianza —la psicología nos perdone el atrevimiento— algunos de sus biógrafos consideran que Bojidar habría de ser homosexual. Marie Bashkirtseff también lo sospecha aunque no se muestra del todo segura. En ocasión de proyectar un matrimonio —en pos de la libertad de acción vedada en aquellas épocas a las jóvenes solteras— piensa en Saint-Amand, a quien consideraba afeminado, y en Bojidar.

«[A Bojidar] lo creo un poco... Saint-Amand, fue criado como una niña [...] Pero hay allí una gran ventaja... Nadie lo sabe… Esa sí que sería una bella existencia… Sería como ser viuda…» (Domingo 7 de octubre de 1883)

    Sin embargo, consternada, en algún momento habrá observado que la fascinación del muchacho parecía correr también por otros carriles. 

«Bojidar está enamorado de mí. Ustedes saben que la suerte está siempre conmigo.» (Domingo 24 de agosto de 1879)

Bojidar Karageorgevitch, Paisaje, Ca. 1890, acuarela.

    Bojidar admirará su belleza y su talento. Desde aquellos primeros tiempos visitará casi a diario la casa de Marie y la acompañará a todas partes. Por ella conocerá a personajes destacados de las artes, de las letras y de la política.

    Habrá de estudiar Derecho (y se graduará en 1883) pero, a través de las actividades de su amiga, terminará por descubrir otras inquietudes que irán modelando con el tiempo las verdaderas facetas de su vocación. Marie Bashkirtseff seguirá de cerca el proceso.

«Bojidar, que piensa ir al atelier Julian, vino a trabajar aquí. Le daré cuatro o cinco lecciones antes de enviarlo allá. Quiere hacer todo lo que hago yo.» (Domingo 12 de octubre de 1879) «Bojidar está completamente comprometido con Julian, tanto es así que su habitación tiene todo un estilo artístico, aunque por lo que pude ver, no me fue posible descubrir muchas disposiciones… En fin… tal vez a fuerza de trabajo…» (Jueves 16 de diciembre de 1880)

    Había comenzado a estudiar abogacía en 1880, tal vez pensando en el despojo de que había sido objeto su familia en Serbia. El mundo del Derecho, sin embargo, se le presentará cada vez más como un territorio excesivamente árido. Más tarde habrá de estudiar técnicas de grabado y tomará cursos de teatro, dominará el arpa y la guitarra, igual que Marie Bashkirtseff. También asistirá al Conservatorio de París. Que sepamos, nunca ejerció como abogado, excepto cuando debió pleitear contra los acreedores que querían decomisar la residencia familiar. 
    
     Asiduo concurrente en los cabarés del barrio de Montmartre, Bojidar trabará amistad con muchas figuras del mundo artístico: la bailarina pionera de la danza moderna Loie Fuller (foto), el compositor austrìaco Hugo Wolff, al pintor Toulouse-Lautrec, entre otros.
    En ese ambiente habrá de conocer a quien era en ese entonces una de las primeras figuras del espectáculo, la actriz Sarah Bernhardt, que lo habrá de recibir en su círculo más próximo. La divina Sarah, como le decían, que también habrá de ser pintora, escultora y escritora, extenderá su carrera hasta las primeras décadas del siglo XX y sus actuaciónes quedarán plasmadas en el cinematógrafo. Para muchos fue una de las más grandes actrices de todos los tiempos.

Sarah Bernhardt, fotografía sin fecha.

«Bojidar está entregado a Sarah. [...] Un poco más y afirmará que además es virgen. Alexis está  también encantado de ser recibido en la intimidad de la gran artista.» (Miércoles 24 de agosto de 1881) «Y ahora, helo ahí, instalado en su casa  e íntimo de su hijo. [...] Como huésped cena ahí todos los días y es tratado casi como a un hijo. Eso sin contar con todo lo que hay allí de célebre y ni qué decir que tiene billetes para todos los espectáculos.» (Domingo 28 de agosto de 1881)

    En 1882, la familia Bashkirtseff pasa dos meses en Niza, porque Marie quería pintar el Carnaval. Bojidar es de la partida.

Marie Bashkirtseff, Carnaval de Niza.

«Pero Bojidar, moviéndose como un diablo, salvó la situación, jamás vi nada parecido, sólo él podría hacerlo. Bailó el cancán durante un cuarto de hora ante un señor mientras nosotros decíamos las cosas más divertidas [...] En cierto momento doscientas personas se pusieron a bambolear ante la indescriptible francachela (¡oh, perdón!) de Bojidar. [...] Mientras escribo todavía estoy bailando.» (Martes 21 de febrero de 1882)

Marie Bashkirtseff, Sombras del carnaval.

    En 1883 Marie Bashkirtseff nos dejará un hermoso retrato de su amigo. Bojidar era ya doctor en Derecho. Ella lo describirá en su Diario en momentos en que lo estaba realizando. A último momento cambiará las flores por un cigarrillo, aunque más adelante nos dirá que Bojidar no fumaba.

«El retrato de Bojidar me parece… bien. [...] Está acodado en el balcón, el cuerpo casi de frente y la cabeza de perfil se destaca sobre el cielo, se ve la obra, las casas, los techos, la calle, un coche de alquiler. Se le parece mucho, según lo que opinan todos pero yo querría todavía algo más en la apariencia. El cráneo y el cuerpo son muy exactos, incluso para mí. Hay capuchinas en el balcón y él está estrujando una entre sus dedos mientras contempla la calle. La otra mano está en su bolsillo. Es de tamaño natural y de medio cuerpo, todavía hay que hacer la mano.» (Martes 9 de octubre de 1883)

Marie Bashkirtseff, Retrato de Bojidar Karageorgevitch. Museo Nacional de Bellas Artes de Belgrado, Serbia.

    En diciembre de 1883 las noticias lo describirán junto al marqués de Talleyrand-Périgord como padrino de un duelo del ofendido periodista Paul Bonnetain enfrentado a otro destacado hombre de prensa, Octave Mirbeau, ambos en las fotos.

    Algo había, sin embargo, en Bojidar que le disgustaba a Marie y era su carácter excesivamente fantasioso, rayano en la mitomanía.

«Es mentiroso, ustedes lo saben [...] Me contaba cosas que yo sabía ¡pero arregladas de una manera! ¡¡¡¡Ahora conoció a Gambetta!!!! [...] Lo hace con un tan infernal aplomo que es como un desafío, cree que avergonzada por él no habré de desmentirlo y no se equivoca absolutamente. [...] Ya se había introducido en casa  de Sarah y le llegó a contar que cuando sus padres lo llevaron al Odeon a ver Le passant él se desmayó. ¡A los doce años! Qué canalla.» (Jueves 24 de julio de 1884)

    Su abuelo Misa Anastasievitch habrà de morir en 1885 pero creemos que el buen pasar de su familia había comenzado a diluirse mucho antes. Ya en estas últimas épocas junto a Marie Bashkirtseff, poco y nada era lo que quedaba de los tiempos de abundancia.

«Bojidar llegó esta mañana [...] su querida madre se quedará esos diez días en casa para no estar sola, aunque en realidad es para hacer economías. Ya había practicado el sistema de cenar aquí todos los días desde hace un año…» (Jueves 18 de setiembre de 1884)

    Por Marie Bashkirtseff Bojidar conocerá a los hermanos Bastien-Lepage y algunos biógrafos arriesgarán que recibió algunas lecciones de Jules. Lo cierto es que el príncipe se habrá de hacer un lugar en casa de los Bastien-Lepage, tal como en otras épocas había sucedido en el hogar de Sarah Bernhardt.

«Bojidar y mamá visitaron a Jules que está otra vez enfermo.» (Martes 22 de julio de 1884) «Emile me forzó a descender del coche y, puesto que yo todavía me andaba con remilgos ante la escalera, él y Bojidar hicieron una silla con sus manos entrelazadas y me portaron hasta el mismo pie de la cama de Jules, que estaba acostado.» (Jueves 24 de julio de 1884) «Esta mañana [Jules] les mostró mi almohadita a Bojidar y a otros visitantes: —Vean cómo me miman—.» (Lunes 28 de julio de 1884) «En cuanto a Bojidar, se pasa de la medida con sus visitas  y poco la falta para contar que fue al colegio con Jules.» (Domingo 3 de agosto de 1884)

    Eran los últimos meses para Marie y para Jules. Bojidar permaneció hasta el instante final junto a su amiga, que murió el 31 de octubre de 1884.
    Y, si le damos crédito a un artículo del Journal des Débats del 16 de enero de 1890 que comenta un texto de Bojidar aparecido «en una revista ilustrada inglesa», aquel 10 de diciembre de 1884 Jules Bastien-Lepage «se extinguió en los brazos del príncipe Karageorgevitch.»




    Tres semanas antes había muerto Georges Karageorgevitch, su padre.   

«...y no olvidemos a ese pobre Bojidar, está en Gastein con toda su familia, su padre murió antes de ayer.» (Viernes 8 de octubre de 1884)

    Para la mayorìa de los estudios sobre Bojidar Karageorgevitch una fuente ineludible es el Diario de Marie Bashkirtseff. Cuando su amiga murió, Bojidar tenía veintitrés años. ¿Qué habrá sido de su vida a partir de ese momento? 
    Aquí y allá encontramos indicios que, sin embargo, no nos permiten armar cabalmente el puzzle. Distintos informes coinciden en que se recibió de doctor en Derecho, más adelante se graduó en la Academia de Bellas Artes y luego asistió a clases de grabado, así como al Conservatorio de París. 

Bojidar Karageorgevitch, fotografía sin fecha.

    Según parece, habría viajado mucho y algunas noticias citan que fue gracias a su familia, adinerada. Para otras biografías, por el contrario, su linaje en el exilio se empobrecía cada vez más. 
    
   Habría trabajado como corresponsal de revistas y periódicos franceses, ingleses, alemanes, rusos y estadounidenses.

     Fue amigo del crítico suizo de habla francesa, el caballero William Ritter (1867-1955, en la foto) y del escritor y marino francés Pierre Loti (1850-1923, en la imagen, detalle del retrato por Edmond de Pury). Bojidar a menudo ha viajado con ellos. 

    A través de la amistad con estos dos personajes es que conoció al pintor suizo Edmond de Pury (1845-1911, en la imagen, retratado por Carolus Duran) y a su esposa Mathilde, también pintora, para quienes habrá de posar en varias oportunidades. Algunos de esos retratos se conservan en el museo nacional de Bellas Artes de Belgrado.

   Aquí, dos de las obras de William Ritter, amigo de Bojidar Karageorgevitch. Ritter escribió una biografía de Edmond de Pury, el pintor que retrató varias veces a Bojidar.


    Al parecer Bojidar pasó bastante tiempo en Suiza, tal vez años, con estos amigos. Habría sido bastante conocido en el lugar y da la impresión de que existe un monumento erigido a su memoria cerca de la frontera con Francia, aunque no hemos podido acceder a una imagen ni saber en mérito a qué circunstancia fue levantado. Como sea, el dato nos da la pauta de su paso por el lugar.

Localización de un probable monumento a Bojidar Karageorgevitch (fuente: Maps.me).

    A lo largo de los años, Edmond de Pury, ha pintado una serie de retratos de Bojidar.

Retrato de Bojidar Karageorgevitch joven, presumiblemente por Edmond de Pury o por su esposa, Mathilde.

Edmond de Pury, retratos de Bojidar Karageorgevitch.

Edmond de Pury, retrato de Bojidar Karageorgevitch.

    Wikipedia nos dice que, interesado en el arte, visitó Munich, Dresden y Berlín y pasó algunos meses en Italia; luego se estableció en París. Allí contribuyó regularmente con artículos para El Fígaro, La Revista de París y la Revista de Arte. 

    Habrá de ser colaborador permanente de la Enciclopedia Británica, para ella escribió un artículo sobre su amiga Marie Bashkirtseff.

    Según la Wikipedia en inglés, que cita un artículo de The New York Times (1913-06-12), sirvió en el ejército francés y participó en la campaña colonial de Indochina por la que fue condecorado con la Legión de Honor.
    Pero esta información no se ve confirmada por ninguna otra fuente.
    Hay, en todo caso, una fotografía en la que aparece de pie, condecorado, con la mano en la empuñadura de lo que parece ser un sable. Fue tomada en Viena por el fotógrafo de la realeza Josef Lowy, alrededor de 1894. Sin embargo, si lo que viste es un uniforme, éste no tiene apariencia francesa sino, creemos, más bien balcánica.

     Militar fue su hermano mayor, Alexis, a quien en la siguiente fotografìa se lo ve en un momento de la Guerra de los Balcanes en 1912.

Alexis Karageorgevitch durante la Guerra de los Balcanes.

    Cuando tenía veinticuatro años, en 1886, Bojidar emprendió un viaje de seis meses. De Viena pasó a Trieste y de allí por la costa del mar Adriático llegó a Albania y a Macedonia, a Grecia y a Bulgaria. Tocó Constantinopla, pasó por Rumania y luego se trasladó a Rusia. Desde Rusia viajó con su hermano Alexis a Londres. 
    Años más tarde, entre 1890 y 1891 visitará Marruecos y Túnez para luego pasar a España: Málaga, Granada, Sevilla y Andalucía, Madrid y Castilla. En 1893 visitará nuevamente los Balcanes, vía Venecia: Dalmacia, Bosnia, Herzegovina, Montenegro, Albania y Grecia y también Serbia, donde ingresó con nombre falso y visitó la tumba de su abuelo Karageorgevitch, el antiguo monarca que había fundado su dinastía. Según algunas fuentes en ese momento efectuó gestiones tendientes a entronizar a su hermano Alexis. En sus viajes realizó muchas acuarelas así como fotografías.

    No se sabe qué circunstancias, en 1897, a los treinta y cinco años, le permitieron viajar a la India. Fue una tregua en su vida, escribirá su amiga Judith Gautier. 
    Al regresar publicó un libro, al que se considera el mejor de los que escribió, Notes sur l'Inde, Notas sobre la India. Aquí podríamos decir que si la pluma de Emile d'Audiffret es precisa y moderna —moderna de nuestro tiempo—, la de Bojidar es exquisitamente literaria. Durante siete meses visitó treinta y ocho ciudades y en su libro habrá de hablar sobre el pueblo indio, sus ritos religiosos y otras tradiciones y describirá el paisaje y los edificios, que ilustra con fotografías.
    Observando la labor de los artesanos indios se despertó su interés por el trabajo sobre la madera y el cobre, que más tarde trocará por los metales preciosos, el cuero y el bordado de sedas. 

    También dejará testimonio de una aguda sensibilidad frente a los padecimientos de la población que, para las autoridades inglesas o para el europeo en general, parecía no existir. «¿Cómo es posible —se preguntará— que yo haya visto la repugnante hambruna deambulando por el país, espectros espantosos devorados por las llagas, el hambre sembrando al borde de las rutas esqueletos apenas recubiertos de piel?» 

Notes sur l'Inde, Notas sobre la India, que en inglés se llamó India encantada.

    En París, Bojidar vivirá con su madre en un palacete familiar, Villa Said, en la avenida del Bois de Boulogne. El inmueble era el último vestigio del fausto de épocas mejores. Sus ambientes ahora estaban prácticamente desnudos. Lujosos muebles, obras de arte, hasta la servidumbre había desaparecido de sus salones mientras la familia se hundía en la pobreza.

    En lo alto, Bojidar tenía su pequeña habitación y un gran atelier revestido de roble trabajado, ocupado con mobiliario gótico y adornado con toda clase de objetos que había traído de sus viajes. En ese, el ùnico ambiente acogedor de todo el edificio —lo atestiguará Judith Gautier—, trabajaba Bojidar. 

     Con los primeros años del siglo XX —dicen los biógrafos— los juegos de azar y algunas deudas de su hermano Alexis vinieron a afectar severamente la economía familiar. Sobre el palacete habrán de pesar las hipotecas y también los altos impuestos hasta que los últimos recursos terminaron por extinguirse.
    Entonces, aquél a quien llamaban el príncipe encantador hubo de echar mano a sus talentos y, sobre todo, a su entereza moral y a su valor para salir de la situación. Intentará primero el periodismo, será articulista, corresponsal y crítico de arte, luego se dedicará a la traducción —traducirá al francés del alemán y el inglés y luego del ruso, del checo y del húngaro—, impartirá lecciones de canto y de dibujo. Pero los ingresos son demasiado escasos.
    Se empleará entonces en un taller de cincelado en el suburbio de Saint-Antoine para luego trabajar por su cuenta. Se enfocará así en el arte decorativo: a la madera y al cobre, tallará muebles. En una de las Exposiciones exhibirá una chimenea monumental. «Cincelará —dice una crónica de la època— brazaletes, anillos y broches para señoras que bien podrían haber sido sus damas de honor.»

Orfebrería de Bojidar Karageorgevitch

Orfebrería de Bojidar Karageorgevitch

    Cuando, en 1903, el matrimonio Obrenovitch reinante en Serbia fue asesinado —así es como se dirimían los conflictos en esas tierras— y Pierre I Karageorgevitch fue investido en el trono, un rayo de luz iluminó la existencia de Bojidar. A un primo de un rey no se lo podría abandonar en una situación tan humillante. Sin embargo, todo quedó en esperanzas, las finanzas serbias no se habrían de permitir tales lujos.

    Como sea, Alexis (foto) y Bojidar le enviaron un telegrama al nuevo monarca expresándole su lealtad y asistirán a la coronación, Bojidar como reportero del Fígaro de París. Ambos hermanos fueron condecorados por el rey. Ese año Bojidar participa de la primera exposición de artistas yugoslavos que se realiza en el edificio Capitán Misa, construido en 1863 por Misa Anastacievitch para su hija Sarka, la madre de Bojidar, y que actualmente es sede de la Universidad de Belgrado. En esa oportunidad expuso pinturas y artesanías en cuero y metal, que luego donó al Museo Nacional de Belgrado.

Edificio Capitán Misa, hoy sede de la Universidad de Belgrado.

    Transcurrieron luego cinco años durante los cuales la economía familiar continuó agravándose. En 1908, Alexis acompañó a su madre a Niza para realizar un tratamiento. Bojidar permaneció en París pleiteando para defender la residencia familiar ante el asedio de los acreedores, que pretendían expropiarla. Este estrés, a lo que se sumaba el exceso de trabajo, provocó que bajaran sus defensas y terminó cayendo enfermo. En marzo, le diagnosticaron fiebre tifoidea. 
    Puesto que estaba solo en París, un amigo lo trasladó al hospital franciscano de Versalles, a 20 kilómetros de la ciudad capital. Allí murió el 2 de abril de 1908. Ante su ausencia, los allegados pensaban que había viajado a Niza para reunirse con Alexis y con su madre. 
    Lo inhumaron rápidamente en el cementerio parisino de Père Lachaise aunque más tarde sus restos fueron trasladados a Serbia. El Estado serbio decretó ocho días de duelo. La muerte del príncipe obrero, cuya fama había trascendido largamente las fronteras de Francia, despertó de su letargo a la burocracia serbia: fue precisamente ese año cuando su madre recibió la tan esperada pensión de Estado. Cuarenta mil francos anuales, que le permitieron aliviar su economía y que, tal vez, hubiesen evitado la enfermedad del príncipe obrero.

   A la muerte de Bojidar un artículo señalaba que el príncipe era acreedor al más bello halago que se le pudiese hacer a un miembro de la nobleza: ser pobre. La ya célebre escritora Judith Gautier (foto), que fue su amiga y que al mes siguiente de su muerte escribió en la Revue de Paris un extenso artículo en su memoria, no olvidará el momento en que lo conoció: «...un hombre joven, delgado y rubio, se adelanta hacia mí y me besa la mano. Con una voz musical y una gracia muy particular, me felicita en términos más calurosos que todos los demás. Y tuve la impresión muy nítida de estar en presencia de alguien especial y precioso, de un hombre muy diferente al común de los hombres.» «Todos aquellos que lo conocieron de cerca fueron conquistados por el encanto de su sonrisa —dirá su amigo Gaston Monod en La lectura francesa—. Su gran mérito fue el de ser o parecer siempre alegre.» Bojidar, por otra parte, —cuenta Judith Gautier— se preocupaba por los desheredados de la tierra al punto de que, para juzgar la función de la Hospitalidad de Noche, albergues nocturnos para los sin techo, más de una vez dormirá como un indigente más en alguno de los refugios. «Se interesaba —leemos en un artìculo acerca de sus funerales— en los humildes y en los desdichados en medio de los cuales las circunstancias lo habían arrojado [...] Ellos han tenido el honor de acompañarlo en masa hasta su última morada.»




    Su hermano Alexis (foto), que se habrá de casar con una rica heredera norteamericana, participará como militar en la guerra de los Balcanes y, como presidente de la Cruz Roja Serbia, en la Primera Guerra Mundial. Murió en Suiza en 1920 y con él se extinguió la rama mayor de los Karageorgevitch reclamantes del trono serbio. La madre de Alexis y de Bojidar, la princesa Sarka, se extinguió en 1931, a los noventa y nueve años. Había donado la biblioteca de su hijo a la Universidad de Belgrado. Un heredero de William Ritter donó al Museo de Belgrado una cantidad de acuarelas, dibujos y pinturas de Bojidar y un retrato suyo pintado por Mathilde de Pury, así como varias fotografías. El cuadro Venecia, presentado por Bojidar en la primera exposición de artistas yugoslavos, así como su retrato pintado por Marie Bashkirtseff en 1883 son patrimonios hoy en día del Museo Nacional de Bellas Artes de Belgrado. 

    Bojidar Karageorgevitch fue un escritor prolífico —hemos encontrado varios de sus relatos y cuentos cortos en la hemeroteca digital de la Biblioteca Nacional de Francia— aunque su obra ha quedado dispersa, a excepción de su libro sobre la India y de otro volumen que reunió una colección de sus historias. Fue publicado en 1922 y lleva por título La vida múltiple. Se debió a la iniciativa de Jean Finot (1858-1922, en la foto), amigo de la familia, escritor y director de la Revue des Revues, para la que escribió Bojidar.

La vie multiple, La vida múltiple, obra póstuma de Bojidar Karageorgevitch.




    De todos sus escritos, vamos a rescatar aquí uno de los que más nos toca. Digamos antes que una aureola de fantasías y de simulaciones envolvió a la figura de Marie Bashkirtseff luego de su muerte. Fue falseada la fecha de su nacimiento para que la pensásemos una adolescente precoz. Se la revistió con un manto de ingenuidad para erigirla en la heroína rosa que la mentalidad de la época reclamaba. Se amordazaron sus deseos y sus pasiones y una niebla difusa cayó sobre su vida real hasta casi nuestros días, cuando pudimos acceder a la versión integral, no censurada, de su Diario. 
    «¡Mamá, mamá... La vida... es bella!», es lo que muchos de nosotros y durante muchas décadas hemos creído las últimas palabras de nuestra heroína. Un adorable, poético paso a la inmortalidad de la mano de una madre a quien, en realidad, por lo general Marie Bashkirtseff no podía soportar. A Bojidar Karageorgevitch, el príncipe obrero, artista, literato y, por sobre todo, hombre sensible y cabal, le debemos haber derrumbado ésta y muchas otras mistificaciones en dos artículos aparecidos en La Revue (octubre de 1903 y enero de 1904).
    En la mayoría de sus biografías se lo recuerda a Bojidar por haber asistido y descrito luego la muerte de su amiga. Por lo general sólo se reproduce en ellas el párrafo que da cuenta del instante final. 

    Transcribamos entonces, puesto que es prácticamente desconocido, no ya el artículo todo pero sí el relato completo de esos días, los últimos en la vida de nuestra artista.

    Así, pues, nos describe Bojidar Karageorgevitch la muerte real de nuestra Marie Bashkirtseff real: 

    «Ocho días antes de su muerte, durante el último almuerzo compartido, Marie sufre una terrible hemorragia que la extenúa y le hace comprender que era el fin, en tanto que a su alrededor se perdía toda esperanza de sanación. Demasiado débil para subir a sus aposentos y sin querer que le lleven en andas por las escaleras, ella hace bajar su cama al salón en donde, con biombos, le organizan un rincón para el descanso. De allí en más la fiebre no la abandonará y de tiempo en tiempo una tos espantosa le desgarrará el pecho. Se levantaba una hora cada día para dejar que le hagan la cama. Había que sostenerla hasta el sillón en donde permanecía inmóvil. El pobre cuerpo, todo demacrado, flotaba dentro de la bata demasiado grande. Su rostro, con los ojos agrandados, soberbios, también había cambiado, y sólo la sonrisa, esa sonrisa tan particular de Marie, que cavaba un hoyuelo en su mejilla izquierda, volvía a traer la semejanza con los días saludables. Los cabellos, por el contrario, normalmente de un rubio ceniza luminoso, como lo habían sido toda la vida, parecían oro en fusión. Ya no era aquella Marie siempre absorbida por cantidad de proyectos, bocetando cuadros en su mente, viajando en pensamiento para volver a ver Nápoles y Roma y Niza; la Marie tan activa que durante sus graves enfermedades precedentes hablaba sin cesar de levantarse al día siguiente, de regresar al atelier o al jardín para continuar el cuadro que la enfermedad había interrumpido.
    Ahora permanecía el día entero sin hablar, la mirada perdida en el vacío. Lo que se decía a su alrededor ya no le interesaba más y, después de la cotidiana visita del doctor Potain, conservaba algunos instantes un aspecto más triste, más sombrío todavía. Empeoraba rápidamente. El 30 de octubre estuvo muy mal, la respiración difícil, el pulso apenas perceptible. A la tarde vino monsieur Julian con el doctor Limbo. Viendo el fin próximo se quedaron junto a nosotros. A las once, Marie, a quien yo le había leído algunos capítulos de El lirio en el valle, se adormeció.
    A las cuatro de la mañana sonaron las campanas de San Francisco de Sales, la iglesia muy cercana. Coco, el perro de Marie se puso a aullarle a la muerte. Marie se yergue un poco, deja escuchar un suspiro, ese suspiro de los niños muy pequeños al despertar, y dos gruesas lágrimas ruedan por sus mejillas... Luego, su cabeza cayó sobre la almohada.
    En las últimas voluntades de Marie se habìa encontrado la descripciòn del vestido que quería ponerse para su último sueño. Vestido recto en velo blanco, fruncido en el cuello, mangas largas, un cordón blanco sobre el talle.
    Así vestida, al día siguiente la colocaron en el ataúd, un ataúd de terciopelo blanco, forrado de satén blanco. Luego, antes de cerrar el féretro, Emile Bastien-Lepage fue hasta el atelier, tomó la paleta de Marie y la colocó bajo las manos de la muchacha. Y, las manos piadosamente juntas sobre la paleta, duerme para siempre la encantadora artista, el ser exquisito que fue Marie Bashkirtseff.
Prìncipe Bojidar karageorgevitch» 

Gustave Courtois, La muerte de Marie Bashkirtseff. Museo de la fundaciòn rusa Renacimiento de la Memoria de Marie Bashkirtseff.

    Bojidar no menciona aquí, ya lo supimos en el post correspondiente, a Rosalie Grond. Tampoco el episodio en que la hija pródiga alerta a su madre sobre el esplendor de la vida, ni destaca la presencia del sacerdote ortodoxo que, con seguridad, habrá pasado más de una vez por allí. Marie había creído fervientemente durante mucho tiempo en un Dios que la escuchara.
    El monumental Diario de Marie Bashkirtseff en el que, como la autora misma lo resalta, cuenta todo, todo —dieciséis tomos abarcó la edición integral en francés— se detiene once días antes de su muerte. Bojidar vendrá a llenar ese vacío. Fue testigo y compartió con nosotros —nunca se lo agradeceremos lo suficiente— esos días postreros en que Marie se plantó de cara a la muerte. Nuestra artista lo hizo, ahora lo sabemos, con serena resignación, sin llantos, súplicas ni protestas, con esa misma sobria valentía de la que hizo gala toda su vida. 

«Si hay otra vida será ciertamente mejor que la que agoto en esta tierra. Y si no hay nada después de la muerte… existen todavía más motivos para no temer nada y desear que terminen estos fastidios sin brillo y estos tormentos sin gloria.» (Miércoles 16 de julio de 1879)

    Su credo se había circunscrito a sobrevivir a través de su obra y, en aras de la permanencia en este mundo y en la memoria de los hombres, sacrificó sin dudar su salud y su vida. En las madrugadas la hemos visto recorrer las calles destempladas, remontando peldaño a peldaño la escalinata de la inmortalidad. Un enfriamiento durante esos trajines desató la crisis final.

«Corro desde las cinco de la mañana a la Villete y a Batignolles, Rosalie aborda a la gente que yo le indico. Vamos, reconozcan que no es ni fácil ni cómodo.» (Miércoles 23 de julio de 1884)

    Y allí la tenemos, Bojidar nos la describe, habida cuenta de que el tiempo se ha agotado y de que todo lo posible ya había sido hecho, aguardando en silencio —o ya dialogando con el hado— el momento inevitable, para el que la enfermedad la había venido preparado tal vez desde hacía diez de sus breves veintiséis años de vida.

«Y ya que es necesario morir, morir en éxtasis para experimentar ese último misterio, ese fin de todo o ese comienzo divino.» (Martes 11 de marzo de 1884)

    Bojidar Karageorgevitch, el más cercano de sus amigos, el que nunca la olvidará, fue testigo y nos lo contó. ⬜



© José H. Mito






Del Índice de personajes citados en el Diario de Marie Bashkirtseff.


 Bojidar Karageorgevitch y su familia en el Glosario de la versión en español del Diario de Marie Bashkirtseff, de próxima aparición, actualmente en etapa de revisión general. La edición constará de dos volúmenes con un total de poco más de mil seiscientas páginas, de las cuales alrededor de cien estarán ocupadas por este índice de los miles de personajes citados —la mayoría mencionados sólo por el apellido— a los cuales en gran medida hemos podido identificar para este trabajo de traducción. La edición integral en francés del Cercle des Amis de Marie Bashkirtseff publicada entre 1995 y 2005 abarca dieciséis tomos. Esta versión en español es una selección de textos escogidos que representan un cuarenta por ciento del total, con una rigurosa continuidad narrativa, en la que se pretende rescatar a la verdadera Marie Bashkirtseff para el público hispanoparlante.  





Marie Bashkirtseff Dixit: «La comodidad impide el desarrollo artístico y el medio en que se vive es la mitad del hombre.» (Viernes 26 de enero de 1883)





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Te invito a visitar mi web site en homenaje a Marie Bashkirtseff, donde podrás encontrar una galería bastante completa de sus obras:

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