La gran Rosalie Grond




Raimundo Madrazo, La toilette (detalle), Ca. 1890.


    Hoy vamos a hablar de un personaje que no ha dejado su huella en la historia, al menos no en la historia de los libros pero a quien los admiradores de Marie Bashkirtseff tenemos mucho que agradecerle, tal como veremos en este post. Rosalie Grond fue una proletaria, tal vez apenas letrada, que se ha ganado la vida como femme de chambre, pergamino francés que en modo textual significa mujer de la habitación, tal como en inglés chambermaid. La elegancia castiza, sin embargo, lo ha eufemizado como criada o como doncella, esto último no en la acepción libidinosa sino en aquella otra que pinta a la mujer que sirve cerca de la señora y se encarga de los menesteres domésticos ajenos a la cocina, eso según nos lo ha notificado nuestro diccionario.



Son sólo los hombres ignorados
quienes escriben el argumento más hondo
de esa pomposa palabra que llamamos Historia.
Javier Reverte

   
     De capital importancia para este post ha sido la partida de matrimonio hallada por Catherine Hayet cuando escribía un artículo acerca del madrinazgo de Marie Bashkirtseff en el bautismo de un empleado de color, Louis, y del casamiento de Rosalie Grond. Marie Bashkirtseff también había sido madrina de una niña mestiza en Niza, Alexandrine.


La firma de Rosalie Grond, arriba a la izquierda, en su acta de casamiento, publicada por Catherine Hayet en un artículo del Boletín de enlace del Círculo de amigos de Marie Bashkirtseff.


    Rosalie Grond había nacido el 12 de agosto de 1851 en Vallenay, un pueblito de poco más de mil doscientos habitantes (hoy día son la mitad) en el centro geográfico francés, trescientos kilómetros al sur de París. Nada sabemos —ni sabremos, casi seguro— de su infancia ni de su adolescencia. 

La iglesia de Saint Martin, que data del siglo XII, y la estación de tren en Vallenay, el pueblo natal de Rosalie Grond, tal como ella misma los vio. (Wikimedia Commons)

    Tres décadas más tarde, allá por 1883, sus padres, Louis Grond, laminador, y Anne Flin, ama de casa, estarán residiendo en la ciudad de Creil, setenta kilómetros al norte de la capital francesa. Sabemos que tuvo al menos una hermana y que ésta se casó el 27 de octubre de 1877. 
    Marie Bashkirtseff, sin embargo, encontró a Rosalie en Niza, en la Costa Azul, en 1876. Amalia, la anterior doncella le había sido infiel y el Diario de Marie cita como al pasar el nombre de su nueva ayuda de cámara.

«El príncipe de Witgenstein está con su innoble Rosalie. Mi actual doncella lleva ese nombre, la precedente se llamaba como Gioia.» (Domingo 28 de enero de 1877)

El Paseo de lo ingleses, la calle de Niza donde vivía Marie Bashkirtseff.

    Pocas perspectivas parecía augurarle Marie Bashkirtseff a esta chica que apenas tenía siete años más que ella, máxime cuando su anterior doncella era italiana y Marie preparaba su segundo viaje a la península. 

    Casi inmediatamente, pues, las circunstancias las llevaban a viajar juntas a Nápoles. Recorrer el mundo era el plus de los servidores de gente rica e imaginamos el regodeo de Rosalie, aquella chica de pueblo, al pie del tren en tanto cargaba las maletas de su ama. 
    Marie Bashkirtseff, otra opción no tenía, comenzó rápidamente a hacerla cómplice de sus aventuras y desventuras. Y Rosalie se manejará en la circunstancia como pez en el agua.

«Pero, escuchen… Larderel está en el hotel, así que envié a Rosalie para averiguar si su buscona lo acompaña: —No, señorita, no está con su buscona, está solo—. Parece que el cochero de Larderel es encantador.» (jueves 8 de febrero de 1877)

Nápoles en la época en que Marie y Rosalie frecuentaron al conde de Larderel y a Charles, el cochero de éste último.

    Y en muy poco tiempo todas las dudas de Marie quedan disipadas. Un feeling especial se manifestó muy rápidamente entre las dos jóvenes mujeres más allá de la relación laboral y de las diferencias sociales que las distinguían.

«Saben, el cochero me buscó un caballo de silla para alquilar, por intermedio de la preciosa Rosalie. Sin esta niña no sé lo que haría.» (Sábado 17 de febrero de 1877) «Desde que estoy loca por Larderel no hago más que charlar con Rosalie. Me cuenta sus ocurrencias y yo le repito cien veces: Larderel.» (Viernes 23 de febrero de 1877) «Durante un cuarto de hora salté, bailé y estreché a Rosalie que, también loca de alegría, leía y besaba esta carta.» (Viernes 16 de marzo de 1877) «Estoy tan triste que Rosalie vino a contarme tonterías para animarme y los esfuerzos de esta buena chica me entristecen aún más.» (Jueves 12 de abril de 1877)

    Rosalie Grond, provinciana y escasamente instruida, desplegaba su propio acento y su particular forma de expresarse. Marie Bashkirtseff lo destacará varias veces como cosa divertida, aunque nunca de manera despectiva.

«… naturalmente Larderel o, por decirlo como Rosalie, Ladrereel, cuñado de Mirafiore.» (Miércoles 21 de febrero de 1877)

    La criada tenía, evidentemente, un carácter abierto y jovial, que combinaba muy bien con el de Marie, siempre dispuesta ésta a gastar bromas livianas y de las otras en cualquier circunstancia y a todo el mundo, poco importaba de quien se tratase.

«No sé cómo pudo ser pero en cuatro minutos ya estaba peinada, vestida y lista para subir después de haber sacudido a Rosalie, que se retorcía de risa.» (Lunes 5 de marzo de 1877)

    Rosalie estaba contenta con su empleo (la veremos regalarle a Marie algún suntuoso objeto, lo que habla de una remuneración que no sería para nada modesta) y con la perspectivas de nuevos viajes junto a aquella patrona con quien se entendía tan bien. 
    Sin embargo en esos primeros meses su diáfano panorama se vio ensombrecido por un nubarrón. Los buenos tiempos parecían haber llegado a su fin y la muchacha se veía otra vez en tren de buscar un nuevo empleo.

«Algunas buenas almas fueron a advertirle a Rosalie que pronto habríamos de plantarla y que haría bien en abandonarnos. Vino a decirme, bañada en lágrimas, que se iba. La traté de aventurera y de idiota.» (Sábado 19 de mayo de 1877)

Algunos de los viajes con Marie Bashkirtseff que atesoró en sus recuerdos Rosalie Grond..

    Al cabo, la doncella, joven todavía pero con un espíritu natural de matrona provinciana, se irguió por sobre la forma de ser de su patrona como una hermana mayor o una segunda madre.

«Rosalie quería acostarme y yo le respondía tonterías mientras bailaba la tarantela.» (Martes 12 de junio de 1877) «Esta pobre Rosalie está enferma, haré todo lo posible para que se quede conmigo, aún enferma. ¡La idea de estar sin Rosalie!» (Viernes 5 de octubre de 1877)

    ¿Habrá alguna pintura de Marie Bashkirtseff que la represente? No lo sabemos. Ya hemos dicho en otras entradas que un centenar de sus obras se extraviaron en la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial. En el catálogo de la exposición póstuma de febrero de 1885, figura su retrato con el N° 124, un dibujo, aunque no aparece la imagen. Acaso se trate del que trazó en 1877 o tal vez de algún otro trabajo, de cuando ya estudiaba en la Academia Julian. También, cuando incursionó en la escultura, Marie Bashkirtseff habrá de modelar su busto aunque, lamentablemente, no ha llegado hasta nosotros ni siquiera en fotografías.

«¡Ah!, ¡boceté a Rosalie en una hora! Habría sido sorprendente si… » (Viernes 10 de agosto de 1877) «Esta mañana fue Rosalie la que posó. No me salió bien.» (Jueves 9 de mayo de 1878) «Los rusos quisieron llevarme a pasear pero yo me mantengo ocupada con Rosalie. Son gentiles y atentos pero prefiero pintar.» (Viernes 12 de julio de 1878)
  «Trabajé con Jeanne y después con Rosalie. Pongo en marcha dos cosas a la vez para tener siempre algo para hacer.» (Domingo 25 de mayo de 1879) «Luego de locas caminatas en búsqueda de un jardín en el que pueda pintar tranquilamente, cansada de luchar, me puse a modelar la cabeza de Rosalie.» (Miércoles 3 de agosto de 1881)



    Gracias a su carácter expansivo, la avispada empleada trabará fácilmente amistad con los domésticos de las relaciones de Marie y habrá de ser una fiel aliada y una notable fuente de informaciones para su patrona. Ese mismo año, Marie Bashkirtseff decide trasladar a su familia desde Niza a París porque tiene decidido estudiar pintura en la Academia Julian. Por supuesto, Rosalie Grond se mudará con ellos.

«Monsieur Julian le dijo a la criada del atelier que Schaeppi [imagen] y yo somos las que más prometemos. [...] Entonces, monsieur Julian agregó que puedo convertirme en una gran artista. Sé todo eso por Rosalie.» (Jueves 11 de octubre de 1877)

Marie Bashkirtseff, El atelier de mujeres de la Academia Julian. Museo de Bellas Artes de Dnipropetrovsk, Ucrania.


    Da la impresión de que Rosalie pudo haber incurrido en algunas que otras gaffes aunque todas ellas parecen haberles sido dispensadas. Épocas eran aquellas en que una joven de cierta prosapia no podía —¡Señor!— andar sola por la calle. Marie Bashkirtseff, que ha tenido perros toda su vida, estaba en esos tiempos muy apegada a un cuzquito blanco, Pincio.

«Rosalie está en la boda de su hermana, se fue a la mañana, después de haberme acompañado. —¿Cómo, Rosalie —le dijo mamá—, usted ha dejado sola a la señorita en el atelier? —Sola no, madame, mademoiselle está con Pincio—. Les aseguro que lo dijo seriamente.» (Sábado 27 de octubre de 1877)

    Con el paso del tiempo, esta modesta empleada doméstica, cuya condición le ha valido precisamente la oscuridad, se irá convirtiendo en el pilar sobre el que día a día se habrá de recostar Marie Bashkirtseff para erguirse en la caída o seguir adelante en momentos de incertidumbre. 

«Tenía tanto miedo del concurso que fue necesario un esfuerzo sobrehumano de esa pobre Rosalie para hacerme levantar.» (Martes 29 de enero de 1878)

    También se sumergirá en ese aura de bromas del que el carácter jocoso de su patrona supo rodearse a lo largo de su breve existencia.

«—No abra la puerta—, dijo Rosalie, disfrazada de madame de Daillens, a quien él había tomado el jueves por mi criada. [...] Cayeron entonces la máscara, la peluca y la capucha y él retrocedió estupefacto ante la figura de mi tiíta Marie. En ese momento Rosalie tiró de un cordón y el cochero partió. Cuando el coche estuvo lejos, pude salir de debajo de la banqueta.» (Domingo 31 de marzo de 1878 )

    Un dato nos da la pauta de hasta qué punto Rosalie se manejaba prácticamente como alguien de la familia y de que se encontraba en condiciones de tomar decisiones propias de un integrante más. En cierto momento Marie Bashkirtseff le escribe una terrible carta a su hermano, desaprobando a su futura esposa y al eventual matrimonio. Rosalie, horrorizada, jamás la envió. Tiempo después Marie lo advierte con alivio.

«Gracias a una negligencia de Rosalie, mi carta de diez páginas para Paul nunca le llegó.» (Domingo 28 de diciembre de 1879)

Marie Bashkirtseff, retrato de su hermano, Paul Bashkirtseff.

    Cuando ya la tisis principiaba con sus estragos definitivos sobre los pulmones de Marie, no será la madre, ni la tía ni la fiel Dina, su prima, la confidente de sus temores, de sus dolores y de sus angustias sino la apesadumbrada Rosalie. Esto que anota Marie nos brinda la certeza de que la preocupación de la doncella era genuina.

«Descubrí debajo de mi cama un pote de alquitrán. Es una devoción de Rosalie por mi salud (¡siguiendo el consejo de una tiradora de barajas!...)» (Jueves  24 de marzo de 1881)

    De adolescente, la enfermedad ya le había robado su carrera de mezzosoprano. Ahora, algo bastante inusual —uno de cada mil casos—, atacaba sus oídos y Marie Bashkirtseff comenzaba a quedarse sorda. Su inseparable ayudante se habrá de erigir entonces en lazarillo para protegerla.

«Cuando está Rosalie, ella me ayuda. Sola, me invade el vértigo y mi lengua se niega a decir: "¡Hábleme más fuerte, no escucho bien!" [...] ¡Dios mío, tener que estar tan atrozmente separada del resto de la tierra!» (Martes 9 de agosto de 1881)

    A fines de 1881 Marie viaja a España. Allí se yergue como una excelsa cronista de viajes y tiene la oportunidad de descubrir a Velázquez en el museo del Prado. Ella misma reconocerá que es en la península ibérica cuando comenzó a comprender la pintura. A Rosalie, sin embargo, no le fue tan bien.

«Rosalie regresó ayer. Había atrapado la misma cosa que yo en España pero más fuerte, así que estuve sin doncella durante seis semanas.» (Jueves 19 de enero de 1882)

Marie Bashkirtseff, Granada.

    A mediados de 1882 otros nubarrones hacen su aparición pero esta vez no sobre el panorama de Rosalie sino, por el contrario, por encima del de Marie: Rosalie habla de matrimonio y piensa marcharse para hacer una vida de ama de casa.

«Rosalie me va a abandonar. Es una desgracia. La tengo desde hace cinco años y medio y me había habituado tanto a ella… Está al corriente de todo y no se imaginan la gran cantidad de cosas que le he contado, casi todo, siempre entre risas… [...] Esta chica, a fuerza de vivir conmigo y escucharme había adquirido delicadezas de sentimiento y refinamientos que no encontraré en ninguna otra.» (Lunes 10 de julio de 1882)

    Al fin, quién sabe con qué recursos, Marie Bashkirtseff consigue que su mano derecha posponga su boda. Meses más tarde, aún desde su posición de subalterna, la encontraremos reconviniendo a su ama y ésta escuchándola. Es una de las pocas personas que se permitirá libertades como éstas frente a Marie Bashkirtseff.

«Esta noche Rosalie, mientras me desvestía, dijo que le parece que no he trabajado seriamente esta semana. Rompí el vestido en dos.» (Miércoles 29 de noviembre de 1882) «Esta noche iba a bajar en peinador y Rosalie, forzándome a vestirme: —No hay que mostrarse así en la cena… —¡Pero si sólo está Michka! —Es igual, no importa quién, eso produce un vulgar efecto [...]—. Y agregó: —Vamos, vamos, vistámonos—.» (Lunes 15 de enero de 1883)

    Sin embargo, a Rosalie le sigue lastimando la espina que nunca terminó de arrancarse.

«Rosalie tiene un aire tan raro… Y cuando le pregunto qué es lo que le pasa, ella se pone… Un poco más y creo que se pondría a llorar. Yo no me atrevo a preguntarle nada.» (Domingo 25 de marzo de 1883)

    Por fin, patrona y empleada llegan a un acuerdo.

«En fin, Rosalie se casa y nosotros le dimos nuestra bendición… porque no me abandonará. Su Pitauchard va a vivir aquí, le cedimos una hermosa habitación en el subsuelo. Ya tenemos las cartas de participación. Bojidar será testigo y yo, dama de honor...» (Miércoles 27 de junio de 1883)

    Bojidar es el príncipe Bojidar Karageorgevitch, gran amigo de Marie, de quien ya nos explayaremos en otro post.

Marie Bashkirtseff, retrato de Bojidar Karageorgevitch. Museo de bellas artes de Belgrado, Serbia.

    Las familias acomodadas acostumbraban tener las habitaciones de los domésticos y sus ámbitos de trabajo en el subsuelo de las mansiones, cocina, sala para lavar y planchar, etc. 
    Pitauchard es un apellido de fantasía que Marie le aplica a Dominique Dame, el futuro esposo de Rosalie Grond. Se trata de un nombre un poco ridículo que muy probablemente Marie extrajo de la comedia vodevil Les Pitauchard del autor teatral, director y actor Riza Danel, pieza que había estado en cartel por aquellas épocas. 
    Dominique Dame había nacido el 5 de diciembre de 1849 en Avignon, ciudad del sur de Francia, hijo de Michel Dame y de Marguerite Magny. Dominique vivía, según aparece en el acta de matrimonio, en el N° 9 de la calle Brémontier, a poco más de cien metros del 30 de la calle Ampere, la casa de Marie Bashkirtseff en París. Rosalie, entonces, supo aprovechar bien su paso por la capital francesa.
    
«Pitauchard (que en realidad se llama Dominque Dame) y Rosalie no son poéticos, no se mostraron muy emocionados y sospecho que habrán pecado de antemano… » (Jueves 28 de junio de 1883) «Luego de cenar descendimos al apartamento de los Pitauchard, en donde Rosalie nos ofreció té y mi hijo espiritual, Louis-Jules-René, cantó canciones de café-concert.» (Sábado 28 de julio de 1883)

    Cuando ya el fin esté cada vez más cercano —la tuberculosis era en ese entonces incurable— Marie Bashkirtseff sólo habrá de escoger el hombro y los oídos de Rosalie para plañir contra un destino que le había prometido tanto y que de pronto todo se lo estaba arrebatando.

«Estoy enferma, a fondo. Y me apliqué un inmenso vesicatorio sobre el pecho. Después de eso, duden de mi coraje y de mi deseo de vivir. Por lo demás, nadie lo sabe, excepto Rosalie.» (Domingo 16 de setiembre de 1883)



     En ese último año, la amistad —hay quien habla de amor— entre Marie Bashkirtseff y Jules Bastien-Lepage (foto), su pintor más admirado, se estrecha. Jules también está postrado, de una enfermedad terminal. Marie nunca podrá controlar su genio zumbón y habrá de gastarse en bromas sobre la enfermedad de Jules ante su hermano, el arquitecto Emile Bastien-Lepage. Veamos en esta anotación el predicamento con el que se permitía aconsejarla la criada Rosalie.

«Teniendo en cuenta esas palabras de amistad y la enfermedad verdaderamente grave de Jules, mamá e incluso Rosalie me habían recomendado expresamente que no me permitiese ninguna broma… Sería cruel y de mal gusto…» (Miércoles 26 de marzo de 1884)

    Cuando también, y por fin, los triunfos artísticos tan largamente esperados van golpeando uno a uno las puertas de Marie, Rosalie se alegrará como de un logro que le es propio.

«Creo que Rosalie es la que más vivamente siente mi éxito, está loca de alegría, me habla con ternezas de vieja nodriza y va a contar cosas por aquí y por allá, como una mensajera del correo. Para ella algo llegó, un acontecimiento se hizo realidad.» (Sábado 3 de mayo de 1884)

    En tanto, la criada será cómplice en las atenciones que su ama la prodigará al pintor postrado que la desvela.

 «Le envié dos juguetes de Neuilly: San Antonio y su cerdito con dedicatorias: para Jules y el otro para Emile. Rosalie regresó encantada, más contenta que si le hubiesen regalado veinte francos.» (Domingo 6 de julio de 1884)



     Ya en los últimos meses, Marie Bashkirtseff recorre las calles en busca de modelos para uno de sus últimos cuadros.

«Corro desde las cinco de la mañana a la Villete y a Batignolles, Rosalie aborda a la gente que yo le indico. Vamos, reconozcan que no es ni fácil ni cómodo.» (Miércoles 23 de julio de 1884)

    Los médicos le habían advertido que debería abandonar el clima frío y húmedo de París pero hacía mucho tiempo que su idea de la supervivencia no pasaba por el aire cálido y el sol benigno de las tierras del sur sino por sus colores y sus pinceles.

«Una fiebre atroz, ya no puedo más. Nunca estuve tan enferma pero como no lo digo salgo y trabajo. ¿Para qué decirlo?» (Martes 2 de setiembre de 1884)

    La última referencia a Rosalie en el Diario de Marie habla de una de las tantas situaciones jocosas a las que, en tanto pudo, se entregó en su malograda vida.

«El otro día el pie de Bastien entró en la botita de Dina con una facilidad que nos consternó. Y pretendió que también entraría en mis zapatos y lo más espantoso es que lo hizo.» (Jueves 4 de setiembre de 1884) «Obsesionada por todos aquellos pies envié a Rosalie a buscar zapatos de Jules para probarme. Y Emile respondió que los zapatos de Jules son tan pequeños que no los pudieron encontrar...» (Viernes 5 de setiembre de 1884)

    Continuará pintando, haciendo proyectos y visitando a Jules y encontrándoselo al borde del lago del Bois de Boulogne hasta prácticamente los últimos días. Por supuesto, Rosalie estará a su lado, de más está mencionarlo. Cuando la pintura, ese último refugio, quede atrás, se consolará ocupando su tiempo y sus pensamientos en el pintor que también se extingue. 

    Marie murió el 31 de octubre de 1884. Según sabemos, Bojidar Karageorgevitch y el maestro Rodolphe Julian estuvieron presentes en esa madrugada, cuando el perro Coco aulló y Marie se irguió un instante para dejar escapar su último suspiro, el suspiro de un niño, según el testimonio de Bojidar. 
    Olvidó éste mencionar, o pensó que estaba de más hacerlo, la presencia de la criada en la cabecera de la cama, que lloraba en silencio la partida de su niña grande.

Gustave Courtois, Marie Bashkirtseff en su lecho de muerte, Museo de la Fundación rusa Renacimiento de la memoria de Marie Bashkirtseff.



    ¿Qué habrá sido de Rosalie después?
    ¿Habrá permanecido en casa de los Bashkirtseff, tal vez junto a Dina, la prima, a quien Marie siempre se refirió como su hermana? ¿O se habrá retirado a hacer su vida de esposa y ama de casa?


Marie Bashkirtseff, Dina Babanine, su prima. Museo d'Orsay, París.

    Un repaso por los tantos sitios de genealogía no nos deja demasiadas informaciones. La encontramos en una rama de un extenso árbol de la familia Dame, la de su esposo Dominique. Al parecer no han tenido hijos. 

Las fichas de Dominique Dame y de su esposa, nuestra Rosalie Grond. De esta última, lamentablemente, no hay demasiados datos.

    Dominique Dame vivió hasta los setenta y siete años, murió en la Nochebuena de 1926, en Avignon, Vaucluse, su tierra natal. Podríamos suponer que Rosalie Grond ha continuado su vida y terminado sus días también allí, aunque no sabemos hasta qué año vivió.

Avignon, tal como la podría haber visto Rosalie.

    Rosalie Grond fue una de las pocas personas por las cuales Marie Bashkirtseff experimentó un afecto sin fisuras, sintetizará Catherine Hayet en su artículo sobre su matrimonio. Confidente de sus amores, cómplice de sus locuras y testigo de sus tormentos. Es la verdad. Podríamos agregar que también fue la juiciosa consejera y el sólido y discreto sostén sin el cual probablemente su patrona no habría llegado a lo poco o mucho que llegó.

    Pero nos arriesgaremos a avanzar un poco más.

    Para Marie Bashkirtseff, que siempre fue escéptica acerca de la amistad entre mujeres, Rosalie Grond ha sido —en perspectiva y sorteando las diferencias que las unían— lo más parecido a una amiga que nuestra pintora jamás ha podido tener. ⬜



© José H. Mito




Del Índice de personajes citados en el Diario de Marie Bashkirtseff.


  Rosalie Grond en el Glosario de la versión en español del Diario de Marie Bashkirtseff, de próxima aparición, actualmente en etapa de revisión general. La edición constará de dos volúmenes con un total de poco más de mil seiscientas páginas, de las cuales alrededor de cien estarán ocupadas por este índice de los miles de personajes citados —la mayoría mencionados sólo por el apellido— a los cuales en gran medida hemos podido identificar para este trabajo de traducción. La edición integral en francés del Cercle des Amis de Marie Bashkirtseff publicada entre 1995 y 2005 abarca dieciséis tomos. Esta versión en español es una selección de textos escogidos que representan un cuarenta por ciento del total, con una rigurosa continuidad narrativa, en la que se pretende rescatar a la verdadera Marie Bashkirtseff para el público hispanoparlante.  






Marie Bashkirtseff Dixit: «No hay nadie que se reproche vivir según el medio en donde ha sido arrojado por el azar de su nacimiento.» (Viernes 26 de enero de 1883)







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